One Day


Hace aproximadamente 11 años, estaba yo haciendo un curso de formación para empezar a trabajar para una aseguradora.
Era una época en que todavía era algo inocente, me dejaba embaucar por las maravillas que me explicaban de lo fácil que era y lo mucho que se podía ganar.
No soy muy sabio. Se me engaña con facilidad, no obstante, recuerdo cuando salí esa mañana de tortura cerebral a la que me había sometido, yéndome a comer para volver a la tarde, para seguir con la formación, me dije para mis adentros “ Que suerte tienes de estar estudiando”.

Me sentí estúpidamente feliz por estar estudiando, cuando en esa época estaba algo descentrado y estaba completamente perdido, ese día, sentí por primera vez, la felicidad por no haber abandonado algo que me apasionaba y supe sin ninguna duda cual era mi objetivo, por lo que lucharía.

Esa tarde me acerqué y les dije que muchas gracias por la oportunidad que me habían brindado, pero que ese sitio no estaba hecho para mi.
Si amigos, en esa época uno se podía permitir el lujo de rechazar ciertos trabajos.

La vida me llevó por muchos otros caminos, nuevos retos y esa sensación poco a poco se fue desvaneciendo.
Empecé en un nuevo sitio y a pesar de tener momentos malos, siempre había muchas cosas buenas que lo paliaban, que los hacían más llevaderos.
Todo estaba bien hasta el otro día, cuando mi compañera, me escribió diciendo que la volvían a trasladar.

Cuando estás en un sitio trabajando y se te llevan a tus compañeros, sientes como se pierde algo en tu interior, dejando un hueco que ya no puedes llenar.
Es como cuando cambias los muebles de sitio y esos primeros días te sientes perdido.

El puesto se cubrirá claro está, y el que venga será igual o mejor, pero, te vas desgastando.

Te sientes abatido, descolocado y ya no tienes nada más que te atraiga salvo simplemente la minuta a final de mes. Es entonces, cuando vuelves a tener la misma sensación.

La sensación de querer huir, que ese ya no es tu lugar.

No me rindo, nunca lo he hecho, siempre lucho hasta al final, hasta quemar el último cartucho, es sólo que te das cuenta, que ya no esperas nada más de ello, que quizá debes centrarte en todas las otras cosas buenas que descuidaste y justo cuando ya no albergas esperanza, es el momento de cambiar de objetivos.

Me gusta la electrónica, me gusta la informática, ese soy yo y por eso lucho.


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